martes, 13 de septiembre de 2011

Algo está mal (o Phrono VS The World)


Hace poco más de una semana que he vuelto de mis vacaciones en Ibiza y, aunque he tenido varios días para readaptarme, viendo conciertos de varios grupos geniales (Bad Manners, The Specials y Offspring han sido experiencias casi orgiásticas) y pasándolo bien con mis amigos, sigo teniendo la sensación de que algo está mal.


No sé si será Madrid o seré yo, pero estas calles, este aire y estas aceleradas formas de vida ahora se me antojan extrañas y antinaturales, después de haber vislumbrado otra forma de vivir, de sentir y de pensar aunque sólo haya sido durante 10 días.


Ya sé que las vacaciones son una cosa muy distinta a la rutina diaria y laboral, pero este extraño vacío que yo siento me resulta casi místico, como un vórtice energético o algo así.


Yo creo que simplemente me encuentro mejor cerca del mar y del bosque. Sobre todo del mar. Respiro mejor, ando más tranquilo, mis demonios me acosan menos y mis paranoias se guardan de perturbarme, tanto de día como de noche (de noche incluso más). Fumo menos, me muerdo menos las uñas y tengo más ganas de hacer cosas, lejos de mi apatía y pasotismo habituales.


No sé, a veces me dan ganas de coger el petate y salir a la aventura, a ver mundo y conocer gente, con dos duros en el bolsillo y hasta que el cuerpo aguante, aunque luego lo pienso con más calma y me digo a mi mismo que no duraría ni dos semanas, harto de vagar o de andar buscando trabajos cortos y mal pagados para subsistir.


Pero definitivamente Ibiza es otro mundo, sobre todo si, como yo, te mantienes alejado de la ultra-famosa fiesta nocturna (y diurna), las discotecas más grandes del planeta y las copas a 20 euros. A mi me ha gustado la otra Ibiza, la de la gente que se alimenta de cosas que ell@s mism@s plantan y/o crían, amasan su pan y siempre tienen una palabra amable para el perfecto desconocido que está a su lado en la cola del super. La de los niños salvajes que hablan 3 o 4 idiomas a la perfección y que, con naturalidad, te convierten en su amigo el primer día que te han conocido, te dan abrazos y te regalan sus tesoros más preciados sin tapujos. Los que quieren hacerse una foto contigo para acordarse de tí, porque saben que no te van a volver a ver en mucho tiempo o, quizás, nunca más.


Esa Ibiza (que quizá pueda llamarse también Bali, Goa o Toronto, yo qué sé) donde desayunas con pan amasado esa misma mañana (aunque, como yo, nunca comas pan), donde invitar a un amigo a un mojito es como regalarle un Jaguar y donde nunca te va a faltar quien te dé un abrazo o un consejo si te encuentras mal. Donde la gente, sin ser relaciones públicas ni traductor, tiene contactos en el móvil de personas de 6 o 7 nacionalidades, donde las puestas de sol son una de las mejores cosas que se pueden ver, y no hace falta estar encerrado entre cuatro paredes, donde no toqué un ordenador ni un móvil ni una PSP... y no me aburrí ni un momento. Donde veía las constelaciones perfectamente, sin pizca de contaminación lumínica, porque  las carreteras no están iluminadas y maldita la falta que hace. ¿Que quieres ir más rápido? Pues adelantas y tan amigos, pero no miras mal a nadie ni te cagas en su madre por ir despacio.


El síndrome post-vacacional siempre es duro, ya me ha pasado otras veces, pero esta vez... esta vez es un cambio de dogma filosófico, de forma de ver la vida. Es asomarse detrás de una cortina y verlo todo lleno de luz, sabiendo que en cualquier momento vas a tener que volver a tu conocida oscuridad, aunque esa oscuridad te de un sueldo fijo, un techo estable, ordenadores, comida preparada y todo tipo de comodidades. Siempre queda la sensación de que te has perdido algo, de que la fiesta sigue sin tí. De que te has equivocado de camino y has acabado conformándote con "el otro", el que no es tuyo pero te permite seguir viviendo.


Quizás es que soy un eterno inconforme. Quizás me equivoco y soy sólo un caprichoso que quiere vivir la vida como se imagina en su cabeza y no como es en realidad. Pero quiero creer que he conocido algo nuevo.  Algo que está bien.

miércoles, 18 de mayo de 2011

No somos sólo jóvenes, no somos ni-nis y somos anti-sistema porque el sistema es anti-nosotros.

Bueno, después de más de un año sin publicar y cada vez más quemado con la situación general, la iniciativa de Democracia Real YA me ha sacado un poco del hastío, y con el subidón me he puesto a escribir una "Carta al Director" para enviar a varios diarios, pero ya se sabe, me sale la vena de literato y me he excedido en la longitud... aún así, la he enviado, pero como no creo que ninguno la publique, para que no caiga en el limbo, pues la publico aquí, que pa' eso son los blogs, ¿no? Espero que os guste:


Me parece increíble que el PP se atreva a decir que la izquierda intenta rentabilizar este movimiento espontáneo de ciudadanos hastiados. Sí, ciudadanos, no sólo jóvenes sino gente de todas las edades que, precisamente por el hartazgo que nos producen, no queremos saber nada de políticos; al menos de los de siempre, rancios herederos de una época pasada, llenabolsillos electoralistas desvergonzados, corruptos irredentos.

Ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centro (si es que eso existe en este país), sino simplemente seres humanos, personas, hartas de ver cómo una élite perfectamente consciente y carente de moral se lucra hasta límites insospechados jugando con nuestros derechos básicos. El Ayuntamiento de Madrid ha llegado a la censura, incluso, apagando la webcam pública que permitía ver en directo la Puerta del Sol para restar visibilidad a esta iniciativa y que las cosas no se descontrolen demasiado.

Yo tengo 25 años, soy mileurista y, por suerte, tengo un oficio y un trabajo estable, aunque no estudios superiores. Mi novia se encuentra en la misma situación laboral y, aunque es una profesional perfectamente cualificada, con dos carreras y dos masters que trabaja en una gran empresa y cobra algo más de 1200 euros al mes (cuando una persona que desempeña exactamente el mismo cargo en su sede alemana cobra cerca de 4000, aunque ése es otro tema), vemos el futuro negro, muy negro. Debido a la difícil situación económica de nuestros padres, con los que vivimos y a los que apoyamos con nuestros sueldos, no tenemos oportunidad ni de tener una casa propia, ni de tener hijos ni casi, me temo, de tener un futuro.

Creo que ninguno de los dos somos “NI-NIS”, ese execrable calificativo salido de alguna mente preclara para quien los jóvenes son una jugosa carne de cañón en forma de contratos-basura, como tampoco lo son las personas que se han reunido y siguen haciéndolo a lo largo de toda España, para protestar por la situación a la que nos han llevado nuestros políticos, esos incompetentes declarados que juegan al despreciable juego de dirigirnos con las normas que les dictan los bancos, los lobbies de comunicación, los grandes grupos de presión y las potencias extranjeras (p.ej. véase la relación Ley Sinde – Industria del espectáculo de EE.UU., en los cables de Wikileaks).

NI somos estúpidos, NI nos creemos lo que nos quieren vender (tanto unos como otros, tanto da), NI vamos a rendirnos, NI vamos a permitir que se sigan riendo de nosotros, NI podemos entender que la policía (que se supone es un cuerpo de seguridad cuya función es proteger a los ciudadanos), identifique y recopile información sobre quien accede a determinadas zonas para ejercer su derecho a la libertad de expresión, que cargue contra manifestaciones pacíficas y se convierta en un instrumento de represión, y no de salvaguarda.

Y por supuesto, al menos en mi caso, NI votaré al PP, NI votaré al PSOE, NI votaré en blanco, NI depositaré un voto nulo, después de enterarme de cómo funciona el sistema electoral español. Votaré responsablemente, al partido que yo sienta que me puede representar en caso de llegar al gobierno (una utopía, me temo, viendo los presupuestos para campaña, los niveles de demagogia y las poderosas amistades que manejan los dos partidos mayoritarios). ¿Anti-sistema? Por supuesto que lo soy, pues el sistema está orientado a convertirme en una máquina productora de trabajo y dinero (para otros), sin derechos, iniciativa ni ideas propias, atado a un banco de por vida, dócil y sumiso ante los abusos de los mal llamados "dirigentes" políticos y cegado por los muchos y muy llamativos "panem et circenses" del siglo XXI.

Y es que los jóvenes y nuestras familias, con o sin estudios, ávidos lectores o devoradores de televisión, con o sin trabajo, deportistas o gamers, amantes del heavy-metal o del indie, sólo queremos poder vivir dignamente, llegar a ser mayores y que haya valido la pena recorrer ese camino, echar la vista atrás y sentir que, en la medida de lo posible, controlamos nuestra vida y les dejamos las cosas un poquito mejor de lo que las encontramos a los que vengan después. ¿Es tanto pedir?

Agustín Nevado (Phrono)